ATRÉVETE A BRILLAR

Porque todos tenemos una luz propia en nuestro interior

ATRÉVETE A BRILLAR

Porque ya has comenzado tu camino

14 de mayo de 2013

Yo lo tengo claro. ¿Tú no?

Llevas ya un tiempo dándole vueltas a ese asunto. Demasiado. Estás bloqueado. Has pensado los pros y los contras. Has analizado lo que sería necesario para que diera los resultados que esperases. Y crees que merece la pena intentarlo. Y ahí sigues, bloqueado.

PERO NO HACES NADA PARA CAMBIARLO


Y como no haces nada, todo empiezas a verlo borroso, como en la foto. Y dudas. Y esas dudan te paralizan aún más.

Porque hay algo que consume una gran parte de energía y nos tira hacia abajo intentando hundirnos. Y es tenerlo claro y no hacerlo. Por miedo, por no querer salir de nuestra zona de confort. O por cualquiera de las quince mil razones que aparecerán en tu cabeza y que en ese momento te parecerán sensatas. Son excusas y sigue siendo miedo. De cualquier tipo, pero miedo. Lo reconocerás porque tu pensamiento será algo del tipo "Es buena idea PERO...". No falla. Nos pasa a todos.

POR ESO HOY TE PROPONGO ALGO DIFERENTE

Dale la última vuelta. Piénsalo de nuevo. ¿Lo tienes claro ya?¿Sabes lo que tú quieres hacer?

ENTONCES...¡ACTÚA!

Y ya verás como, en cuanto te pones en movimiento, parece que de pronto las cosas empiezan a encajar. Y todo fluye.

Atrévete a brillar...¡y actúa sin miedo!

14 de marzo de 2013

Cabin crew: prepare doors for departure!

Llevo unos meses viajando muchísimo. Y casi todos los viajes han sido en avión. Y hay una frase que siempre escucho decir al piloto y que me encanta: 

Cabin Crew: prepare doors for departure and cross check


A esas alturas, cuando por fin escuchas la frase del piloto, has pasado posiblemente varias horas. Primero hasta llegar al aeropuerto, aparcar, facturas las maletas, quitarte el reloj, cinturón, zapatos y todo lo que se le ocurra al empleado del control de metales, ponerte serio en el control de pasaportes, caminar dos kilómetros hasta llegar a la puerta de embarque, esperar retrasos, gestionar cancelaciones, etc. Y ahora, por fin, ya estás sentado en tu asiento y tienes el cinturón abrochado. Resumiendo, para llegar a ese momento has tenido que poner de tu parte. Si estás aquí es porque has hecho tus deberes.

Tu vida es igual que un vuelo

O al menos ambos encierran un cierto paralelismo. Te voy a explicar a qué me refiero. 

Primero eliges un rumbo, un destino. Eliges el motivo de tu viaje, placer o negocios. Eliges la compañía aérea, eliges el horario del vuelo (si hay varias opciones disponibles) y eliges entre los distintos precios. Eliges también si quieres viajar en clase económica o primera clase, así como si quieres sentarte en un asiento XL. Cuando ya has hecho todo eso, es el momento de tomar los mandos de vuelo. De sentarte al frente de tu avión y de avisar a través de tu megafonía: "Tripulación de cabina, preparen las puertas para el despegue"


¿Y cuando ya hemos hecho todo eso?

Cuando ya hayas hecho todo eso lo siguiente es despegar. Habrá vuelos con turbulencias, vuelos memorables, vuelos en los que verás paisajes increíbles o vuelos nocturnos en los que no pegarás ojo. Habrá todo tipo de vuelos, pero todos ellos te llevarán a un destino, al que tú hayas elegido. De todos ellos podrás sacar cosas buenas o lecciones para el futuro. Y estoy seguro que en todos ellos descubrirás, aprenderás, crecerás. 

Y si te atreves...con cada vuelo brillarás.

25 de febrero de 2013

¡Sorpresa!

Últimamente mis tardes en el gimnasio se están convirtiendo en fértiles momentos de reflexión e inspiración. No sé si tiene que ver con el post, pero me apetecía contároslo. Y lo acabo de hacer. 

Hoy, mientras pedaleaba en la bicicleta del gimnasio pensaba en escribir este post. Llevaba varios días dándole vueltas al tema, intentando encontrar algo que contaros. 

El tema es el del miedo a lo desconocido. Sí, a lo desconocido. Puede ser un cambio de empresa, o un puesto nuevo, o una profesión completamente nueva, un cambio en nuestra vida, una nueva pareja, un cambio de domicilio...cualquier suceso que cree una situación que sea desconocida para nosotros. Que sea nueva.

De esto ya hemos hablado antes

Es cierto. Tuve la inmensa suerte de que mi amiga Debla Caeiro escribiese un cuento sobre el valor. Quede aquí mi muestra de gratitud a ella y todos mis amigos, familiares y personas que me queréis bien.

Hoy os quiero hacer imaginar un niño. Un niño pequeño, de unos cuatro o cinco años. Y para que no se me enfaden mis lectoras, que sea una niña.

Imaginad que le lleváis un regalo a esta niña por su cumpleaños. Mirad la foto de la tarta y pensad en el juguete que queráis. Porque da igual. Lo que nos interesa es la reacción que posiblemente tendrá esa niña al veros llegar con el regalo en la mano. Seguro que sentirá nervios, emoción, alegría...mirará a sus padres deseando que le digan que ya puede abrirlo.

Y seguro que no sentirá miedo

Aunque sea algo desconocido. No sentirá miedo. No sabemos si le gustará el regalo o no. No sabemos si jugará con él mucho tiempo o si se cansará pronto del juguete. No sabemos si el juguete estará estropeado, sin pilas o roto dentro del envoltorio. Ni tan siquiera sabemos si el juguete es adecuado para ella o si es un juguete para niñas más pequeñas que su edad.

Pero estoy seguro que al imaginar a esa cría pequeña, ninguno la habéis imaginado con miedo antes de abrir el paquete. Porque ese miedo a lo desconocido esa niña aún no lo ha aprendido. Es algo que aprendemos más adelante cuando intentamos buscar el reconocimiento de los demás y clasificamos nuestras acciones como aciertos o fallos. 

Y eso es lo que os animo a pensar hoy. A actuar como la niña que habéis imaginado. Y os animo a brillar...sin miedo a lo desconocido.

5 de febrero de 2013

Ponle aire a tus ruedas

Alguien me preguntaba el otro día que de dónde sacaba las ideas para el blog. Lo cierto es que no tengo una fuente fija. A veces son cosas que leo, o que escucho en la oficina, o incluso que alguien me cuenta. Y en muchas ocasiones la fuente de inspiración son mis amigos. Sí, mis amigos. Ya sea porque me piden un consejo, o me piden directamente que escriba sobre algo que les pasa o bien porque en una conversación con ellos se me enciende la bombillita de la idea. 

Y este es el caso del post de hoy hoy.

Porque hace ya algún tiempo, durante una cena informal, un amigo me confiaba que quería dar un cambio a su vida. Quería un giro importante, pero no sabía como enfocarlo. Llevaba muchos años en el mismo sector, una vida más o menos acomodada y unas buenas condiciones. Pero le faltaba la ilusión, ese empujón que te da todos los lunes por la mañana cuando en realidad te dedicas a hacer lo que te gusta de verdad.

¿Y qué vas a hacer? 

Le pregunté.

"Bueno...he estado mirando cosas, barajando posibilidades, sopesando pros y contras. Pero no me decido. Me falta un empujoncito. Necesito verlo claro". Me dijo.

Mi amigo es muy aficionado a la fórmula 1. Así que entre vino y charla llegamos a una conclusión divertida y que yo creo que puede servirnos a todos cuando afrontemos una situación parecida. 

Ponle aire a tus ruedas

Imagina que eres piloto de un coche de fórmula 1. Elige el piloto que más te guste. El de tu equipo favorito. Imagina el depósito lleno de combustible, el volante, tu casco. Imagina la sensación de arrancar el motor, de escuchar el rugido. Y ahora imagina que metes primera e intentas acelerar. Pero no te mueves, o te mueves a trompicones. Resulta que no tienes aire en las ruedas. 

Ahora imagina la situación contraria. Imagina que metes primera y aceleras. Las ruedas se agarran al asfalto. Y todo se mueve a la perfección. Aceleras como un rayo, y tomas cada curva con una precisión milimétrica. Saboreas la velodidad. Como el coche de la foto.

En este ejemplo el objetivo es ganar la carrera. En tu vida elige tú con qué objetivo se corresponde nuestro ejemplo. Observa que en nuestro ejemplo tu objetivo es el mismo en ambas situaciones. El coche es el mismo. El equipo es el mismo. Los mecánicos, patrocinadores y jefes de escudería son los mismos. Incluso los neumáticos son los mismos.

¿Y qué ha cambiado?

Lo único que ha cambiado es la presión del aire de tus ruedas. Porque antes de comenzar la carrera las revisaste. Y las llenaste de aire. Aún no sabías cuantas vueltas ibas a dar, ni siquiera desde qué posición comenzarías la carrera. No sabías contra quien terminarías compitiendo mano a mano. Pero revisaste las ruedas. Porque de esa forma te asegurabas que, al menos al comenzar, partirías en las mejores condiciones posibles.

Hoy te animo a que revises la presión de los neumáticos de tu vida. De esos neumáticos que te animan a seguir. De los que te permiten agarrarte al asfalto, acelerar a fondo y ganar carreras. De los que te permiten brillar.

Te animo a que te atrevas a brillar...pero antes ponle aire a tus ruedas ;)