Una nueva colaboración con Debla Caeiro, quien de nuevo nos trae un cuento, con el que queremos ilustrar el concepto del valor.
Gracias Debla, por la ilusión que has puesto de nuevo en este cuento. Hoy este blog llevará tu firma.
- Las tormentas se originan por el choque de unas nubes contra otras.
- ¿Por un choque?, ¿de unas nubes contra otras? - repitió Jorge confuso.
- Así es hijo mío.
- Pero…Y las nubes papá, ¿No tienen miedo de chocar?.
- Bueno, pues en un principio todas las nubes son iguales y todas sienten miedo a lo desconocido, pero hay unas nubes más valientes que otras.
-Entiendo. – Dijo Jorge sin comprender nada.
- Primero están las nubes corrientes, que no se cuestionan hacer otra cosa, más que dejarse llevar por el viento y agruparse unas junto con otras.
Después están las nubes arriesgadas. Estas nubes recorren largas distancias y ven muchos lugares antes de desaparecer del todo.
Y por último, están las nubes valientes.
-¿Las nubes valientes?. – preguntó Jorge.
- Sí. Estas nubes, no es que no sientan miedo, pero no se conforman con quedarse junto a las demás siguiendo las corrientes de aire. Las nubes valientes sueñan más alto que el resto, porque de alguna manera saben que si confían en ellas mismas, pueden alcanzar grandes logros.
- ¿Y como se quitan el miedo?
-Para vencer su miedo, primero practican provocando pequeñas lluvias. Y después, cuando van cogiendo más seguridad, llegan a producir ¡¡ grandes tormentas!! con rayos tremendamente luminosos y truenos que se oyen en kilómetros a la redonda!! ¡¡Un verdadero espectáculo de la naturaleza!!
- ¡¡¡Waou!!- exclamó Jorge con los ojos muy abiertos.
- Date cuenta, que si no llega a ser porque estas nubes llegaron a vencer un día su miedo, hoy no sabríamos lo que es la lluvia.
Jorge se giró de nuevo hacia la ventana con su taza de chocolate caliente entre las manos, y fijó su mirada en la acumulación de nubes que se estaba formando en la sierra, allá a lo lejos.